Retornados, varados y otros

7 de juiio 2020

Venezuela vive una crisis humanitaria severa, agravada por la pandemia mundial COVID-19 y es en estas situaciones límite cuando se descubre el verdadero talante de un pueblo. Junto a conductas realmente heroicas de médicos, enfermeras y enfermeros, de personas que se ocupan de abastecer a la población de alimentos y medicinas, etc. procurando hacer las cosas más fáciles para todo el mundo, también es de lamentar algunas conductas que son realmente reprobables y deleznables.

Para explicar esta situación y hacer esta reflexión, podemos decir que hay tres grupos de personas que sufren las condiciones de la pandemia de una manera muy particular y muy diferente a la del resto de los venezolanos

Hay un primer grupo que podemos llamar de “los retornados” que lo forman las personas que tuvieron que salir del país para escapar de la situación de miseria en las que este oprobioso régimen ha sumido a Venezuela. Que tuvieron que irse abandonando todo, lo poco o mucho que tenían, abandonando familiares, incluso algunos de ellos, dejando a sus hijos atrás. Muchos de ellos, como vimos, se fueron caminando hasta sitios tan lejanos como Colombia, Ecuador o Perú huyendo de la miseria y las penurias que sufrían en Venezuela.

Desde hace ya varios meses, debido a las condiciones de la pandemia en el país de acogida, un numeroso grupo de estos compatriotas se ha visto en la necesidad de regresar al país, porque se quedaron sin trabajo, sin ingresos o porque decidieron venir ayudar a sus familiares o a pasar la pandemia con sus familiares en Venezuela.

Al llegar a la frontera, se han encontrado con una situación lamentable; han sido humillados, maltratados por las autoridades venezolanas, en ocasiones insultados por las más altas autoridades, se les restringe el acceso al país, se les impide continuar viaje para reunirse con sus familiares, al someterlos a un proceso de cuarentena en condiciones realmente inhumanas.

Tuvieron que dejar el país en condiciones penosas y tienen que regresar al país en condiciones indignas y humillantes.

Hay un segundo grupo de compatriotas, al que llaman “los varados”, que lo conforman personas que se encontraban fuera del país –bien porque estaban visitando familiares, bien porque estaban en actividades de negocios o profesionales o simplemente porque estaban de vacaciones– y la situación de la pandemia los encontró en lugares lejanos y sin posibilidades de regresar porque las fronteras están cerradas o por qué no hay transporte en el que puedan regresar y si han visto obligadas a quedarse en el exterior, en casa de familiares o amigos o pagando hoteles y residencias que ha ido mermando sus recursos y sus posibilidades. Ese grupo de personas no ha sido atendido en ninguna forma por el gobierno usurpador y no es ni siquiera que se le pida qué se haga cargo de ellos, sino que por lo menos les facilite las posibilidades de regreso, que autorice a algunos países a realizar vuelos hacia Venezuela de manera que estas personas pueda regresar al país y que una vez que regresen no se les someta a las condiciones humillantes a los que los someten, obligándolos a permanecer en cuarentena en hoteles, incrementando mucho más sus penurias y el padecimiento que tienen tras haber regresado al país.

Pero hay un tercer grupo mucho más numeroso que los anteriores, que lo conforman –o lo conformamos– los que estamos en Venezuela y que sabemos que no contamos en el país con las facilidades sanitarias y los recursos para que en el caso de qué nos veamos infectados, podamos ser debidamente atendidos.

En algunos casos, hay personas que se han visto infectados por el virus y son sometida a condiciones también vejatorias y humillantes. No sólo no hay recursos para atenderlos debidamente, sino que además son tratados poco menos que como se trataba a los leprosos en la edad media o en la edad antigua: execrados socialmente, perseguidos no sólo por las autoridades sino, lo que es mucho más grave, incluso apartados y vejados por los propios compatriotas que los discriminan y tratan de alejarlos, de mantenerlos apartados como si fueran, como ya dijimos, como unos leprosos.

Un tema también muy grave es que en Venezuela hay una parte considerable de la población, más del 50%, que deriva a su ingreso en la economía informal; que se ve obligado a salir todos los días a trabajar para procurarse el sustento para ellos y para su familia. Son millones de personas a las que no les es fácil mantener una cuarentena porque necesitan salir a ganarse el sustento de cada día; porque además al hacer cuarentena están sometidos a no tener agua para asearse adecuadamente; a no tener luz o gas para cocinar los alimentos; que tienen que trasladarse caminando a sus lugares de trabajo porque se les ha cerrado el transporte público; porque no consiguen gasolina, aquellos que tienen vehículos o deben pagarla en dólares o a precios exorbitantes; que las autoridades les impiden desplazarse por la ciudad; que son acosados policialmente y por los cuerpos de seguridad y en algunos casos matraqueados por no portar un “salvoconducto” para desplazarse o simplemente por salir para buscar el sustento de sus familias.

Éste régimen no sólo no está en capacidad de dar atención sanitaria a quien lo requiera por la pandemia, no sólo obliga a los ciudadanos a mantenerse en sus casas sin tener condiciones adecuadas para estar allí, no solo imposibilita hacerlo a quien necesita buscar el ingreso diario, sino que además no ha previsto –ni siquiera ha hablado– la posibilidad de dar algún tipo de asistencia económica, como han hecho otros países, para ayudar a subsistir a la población que se ve en la obligación de no trabajar para procurarse un ingreso o asistir a los pequeños y medianos empresarios, para que no se vean obligados a cerrar sus actividades y despedir a sus trabajadores.

No encontramos un nombre adecuado para calificar a este tercer grupo, pero es sin duda alguna el más numeroso, que se encuentra tan desprotegido, humillado y desatendido por este régimen como los otros dos grupos.

No hacemos un llamado al gobierno usurpador, porque sabemos que este régimen no tiene absolutamente ninguna sensibilidad para atender los problemas de la población, pero si hacemos un llamado a todos los compatriotas, a todos los venezolanos para que seamos más tolerantes, más comprensivos, con los ciudadanos que están en alguna de las circunstancias que hemos descrito y para que nos hagamos solidarios con ellos, con la finalidad de que entre todos sea más llevadera esta situación de oprobio a la que nos ha sometido este régimen.

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