Ell escritor venezolano Luis Guillermo Franquiz, @lgfranquiz, nos relata la historia de su viaje de regreso como caminante, desde Colombia hasta Venezuela.
Conversamos con Luis Guillermo Franquiz, escritor venezolano, nacido en San Juan de los Morros en el año de 1970. Su recorrido por la literatura lo llevó a participar en la Cuarta Semana la Narrativa Urbana organizada por el Centro Cultural Chacao en el año 2009. También formó parte de la antología Tiempo de Ciudad publicado por la Fundación para la Cultura Urbana en el 2010. Participó en el jam de escritura del Festival de la Lectura Chacao 2012 y en el Encuentro de Narrativa paraa la Tragedia en el 2013. Sus textos han aparecido en diversas publicaciones literarias entre ellas: Las Malas Juntas, Los Hermanos Chan, Letralia, Gente Rara, Revista Ojo, y Ficción Breve Venezolana, destacándose su participación durante un año en la web literaria y de actualidad Prodavinci. Obtuvo Mención Honorífica en el Primer Concurso de Cuentos Salvador Garmendia en el año 2016 auspiciado por la Filuc. Forma parte de las antologías 7 Sellos: Crónica de la Venezuela Revolucionaria, publicada por Ediciones Kalathos en el 2018, Exilio y Otros Desarraigos, por la Editorial Metralla en ese mismo año, y Escribir En Crisis de la Editorial Metralla en el 2012. Ese mismo año publicó su primer libro de crónicas El País de las Luciérnagas con el Taller Blanco Ediciones, en Bogotá, Colombia. Luis Guillermo Franquiz tenía tiempo viviendo en Bogotá, pero debido a las circunstancias por las que está pasando al mundo debido a la pandemia, se vió forzado a regresar a Venezuela. Pero dejemos que sea él el que nos cuente este capítulo de su vida que pronto se convertirá en leyenda.
Venezolanos Siempre: Buenas tardes, Luis Guillermo. Nos gustaria saber cuál fue el detonante para tomar la decisión de regresar a Venezuela, y ¿por qué caminando?
Luis Guillermo Franquiz: Ante todo, muchísimas gracias por la invitación a compartir un poco de la experiencia que tuve al regresar a Venezuela desde Bogotá caminando. Me refiero inicialmente al detonante, a la razón para regresar, y en este caso, igual que muchos venezolanos que estaban en una situación similar a la mía, el problema de la ausencia de trabajo y la imposibilidad de pagar un arriendo y los servicios de los sitios en los que estuviésemos viviendo debido a esta ausencia de trabajo. La ausencia de dinero cambia la posibilidad de que algunos familiares en otra vuelta de tuerca pudieran ayudarnos desde sus lugares de origen, pero era cuesta arriba. Por lo menos en mi caso, era una situación cuesta arriba y pedir a mis familiares que me ayudaran. Por eso tomé la decisión de regresar. Lo hice caminando porque en el momento en que lo hice, que fue el día 2 mayo, la mañana temprano, salí yo de Bogotá. Antes lo había conversado con mis hermanas, que una está en Costa Rica y otra en Panamá, y existía la posibilidad de enviarme al menos el dinero para un pasaje aéreo hasta Caracas, pero en para el momento en que estábamos, mitad de confinamiento, todos los aeropuertos seguían cerrados, no había vuelos internacionales, no había transporte público. Estrictamente lo necesario. Tampoco había transporte nacional, es decir un autobús que pudiera llevarme hasta la frontera. No había esa posibilidad y entonces, investigando en Facebook, en Grupos de Facebook, descubrí que habían puesto mucha gente, muchos venezolanos, regresando a pie hacia la frontera, hasta Cúcuta, y en ese momento decidí que, en mis circunstancias, era la mejor decisión que puedía tomar. Eso fue que lo que me impulsó a salir de Bogotá el día en que lo hice y la forma en que lo hice.
VS: ¡Qué duro y qué difícil decisión la que tuviste que tomar, Luis Guilermo! Y cuéntanos: ¿cómo fue la travesía, el camino, la llegada a Cúcuta, la frontera, el pasa a Venezuela, y por último, tu llegada a tu casa?
LGF: La travesía a pie desde Bogotá a Cúcuta no es fácil. No es recomendable, no es algo que yo sugería hacer a cualquier otra persona, aunque por supuesto eso depende las circunstancias de cada uno. Pero es una travesía larga, ruda, difícil, en cuanto la comida, en cuanto a los sitios en la noche para dormir, usualmente a la orilla de carretera, donde pudiéramos pasar la noche. El sol a mitad de camino, cuando ya la temperatura sube. Aunque no estamos en altitud tan pronunciada es bastante fuerte. El calor es excesivo. Antes habíamos tenido que lidiar con el frio, que también el excesivo, sobre todo en las noches cuando nos tocaba dormir en casas abandonadas, por ejemplo, o a la orilla de la carretera. Es bastante difícil. Igual para la comida. Muchas veces dependíamos de lo que algunas personas, colombianas sobre todo, pudieran darnos, regalarnos, porque se hacía difícil, en esa caminata diaria, conseguir dónde comer, dónde detenerse, debido al dinamismo mismo de la de la caminata, porque era algo que se notaba: ganar la mayor cantidad de tiempo posible, tratando de hacer de nuevo la mayor cantidad de kilómetros posibles al día. Es algo muy difícil, yo la verdad que no se lo recomendaría a otra persona, aunque, pues, en mi caso, pude llegar bien a Venezuela, pero amerita mucha fuerza de voluntad, mucha fuerza espiritual, mucha resistencia física, sobre todo, debido a las condiciones climáticas y a lo extenso recorrido porque en mi caso me llevó alrededor de 16-17 días completar el recorrido hasta Cúcuta. Pero no es algo que yo pudiera recomendárselo a otra personas. La llegada a Venezuela también fue un poco abrupta debido a que el Puente Simón Bolívar estaba cerrado, y eso obligó a que cruzara con otro grupo a través de la trocha a un campamento improvisado desde donde nos llevaron el terminal de autobuses de San Antonio del Táchira donde nos hicieron las pruebas del COVID19 apenas llegamos. Y luego nos llevaron a una institución deportiva que estaba en San Cristóbal donde se supone que allí cumpliríamos el resto de la cuarentena, que teníamos que pasar 14 días. Eso fue lo más difícil, paradójicamente, porque significaba estar en un sitio encerrados, sin luz del sol, inmóviles, quietos, cuando la mayoría de nosotros nos habíamos acostumbrado al dinamismo de la carretera, al movimiento. A levantarnos lo más temprano posible para comenzar a caminar y seguir haciéndolo hasta que caía la noche. Entonces fue un contraste fuerte, eso de estar en el refugio de San Cristóbal, porque era como la otra cara de la moneda después de tantos días de caminata. Por sus circunstancias burocráticas, diria yo, me tocó pasar más de 14 días, en mi caso fueron 22, esperando resultado de las pruebas que tenían que llegar dede Caracas. Eso significó, por supuesto, mucha paciencia, más resistencia espiritual y emocional porque ya era un asunto que escapaba de las manos de nosotros. Al llegar al estado -yo estoy en San Juan de los Morros, estado Guárico- al llegar a la capital de cada estado teníamos que cumplir unos días adicionales mientras hacían la prueba de llegada y una vez cumplidos estos estos requisitos desde cada estado. El tiempo de cuarentena variaba, tengo entendido, de cada estado. En el caso de Guárico, entre entre 2 y 5 días. En mi caso fue casi 2 días, afortunadamente no fue mucho en comparación a otros casos pero ya todo ese esfuerzo valía la pena en función de poder llegar a la casa.
VS: Luis Guillermo, luego de todo esto que tú viviste ¿qué le dirías a otros venezolanos que se encuentran en situación similar y que están pensando regresar a Venezuela, y a sus familiares que se encuentran aquí el pais?
LGF: A ver, yo creo que es difícil decirle a otros venezolanos en circunstancias parecidas “no lo hagas” o “hazlo”, porque eso depende de una decisión personal, una decisión en la que cada quien debe sopesar los pros y los contras. Buscar un equilibrio, evaluar todas las opciones posibles, y si pues, es la única alternativa que queda, “bueno”. Porque tampoco podría yo decirle “no lo hagas” cuando yo me lancé por ese precipicio físico. Pero es una decisión particular de cada quien. Sí, porque me encontré con mucha gente mayor, ancianos en la vía, o parejas con hijos, con mascotas. No puedo decir que la mayoría de gente joven en buen estado físico porque no es cierto. Había gente de todas las condiciones sociales, de todas las constituciones físicas, que podían rendir si acaso 25 kilómetros cada día, y otras personas puedían rendir apenas 6, 8 kilómetros cada ía. Lo importante, en todo caso según comprobé con diferentes grupos con los que alterné era mantenerse en movimiento, pero eso depende de cada quien. Sería muy arrogante de mi parte decirle a alguien “hazlo” o “no lo hagas” porque también hay que considerar las condiciones en que cada uno de nosotros está en estas ciudades fuera del país. También, por ejemplo, me conseguí con muchachos que venían desde Perú y desde Ecuador, porque los habían votado de los sitios donde estaban viviendo, porque no podían seguir pagando, y pues no tenían otra opción, honestamente, más que lanzarse a la carretera. Pero, insisto, es una decisión personal, que debe tomarse con mente fría, evaluando bien otras alternativas antes de lanzarse esta aventura.
VS: Y ya para terminar ¿Te has planteado regresar a Bogotá luego de que abran nuevamente las fronteras?
Yo no me he planteado salir del país por ahora estos meses sucesivos porque tengo un proyecto entre manos con el que estoy trabajando que es la escritura de un libro donde narro gran parte de lo ocurrido durante la travesía que será publicado a la brevedad posible, cuyo título ya es Los Caminantes, que era el nombre oficial que las autoridades colombianas tenían para nosotros los venezolanos que estábamos en las vías. Para ellos éramos simplemente los caminantes. Ése es el título del libro. Allí por supuesto va a estar más explicado en detalle en cada dia de de del trayecto, las personas con las que me crucé, las vivencias de los personajes, los diálogos, las escenas, muchas situaciones extraordinarias, mucho descubrimientos. Es algo que hasta cierto punto puede cambiarnos la piel. Pero dicho esto, no descarto tampoco la posibilidad de salir del país de nuevo, de regresar a Bogotá o a cualquier otro lugar donde pudiera por supuesto trabajar y seguir desarrollándome como escritor. Pero ahora, como te decía, tengo las manos llenas con este proyecto en el que estoy trabajando ahora, y espero publicarlo pronto. Pero todo depende también de las circunstancias. Es parecido a la pregunta anterior. Yo creo que todo depende de cada uno de las circunstancias de cada uno, porque son decisiones muy particulares: por qué te vas, por qué te quedas, por qué no te regresas, o por qué regresas. Entonces todo depende de cada persona. Pero si las circunstancias fuera del país, que es lo que sucede la mayoría de los casos, son las más idóneas, yo creo que sí, sin pensarlo dos veces, yo volvería a irme para seguir trabajando, para seguir ayudando a mi familia acá en Venezuela, que es la razón principal por la que creo que casi todos noe hemos ido. Quedo muy, muy, agradecido de nuevo por la invitación a compartir parte de la experiencia que tuve regresando a pie desde desde Bogotá hasta Cúcuta, y luego el paso a Venezuela, para los oyentes. Muchísimas gracias, feliz tarde.
VS: Gracias a ti por compartir este tiempo y tu experiencia con nuestra audiencia. Te deseamos mucho éxito en tus nuevos proyectos y esperamos pronto ver editado ese nuevo libro Los Caminantes.